El Nuevo Al-Qaeda: La Narrativa de Guerra Justa que Estados Unidos Está Construyendo Alrededor de los Cárteles
La narrativa que el gobierno de los Estados Unidos está construyendo es una que ya han usado una y otra vez para justificar otras intervenciones alrededor del mundo.
En Pie De Nota y todos los noticieros nacionales, ha sonado muchísimo la noticia de las ofertas de Donald Trump de “ayudar” a la presidenta Claudia Sheinbaum con su problema de narcotráfico, tan casual como un vecino ofreciendo su ayuda para arreglar una fuga.
Cuando la presidenta se rehúsa, Trump se molesta, la acusa de tenerle miedo a los carteles, y los voceros de la administración de Trump, y todos los que lo apoyan, se dedican a desprestigiar el gobierno de México. Se vio con Bill O’Reilly, una de las voces más importantes en la derecha americana, diciendo directamente que la presidenta no tiene soberanía si no puede controlar a su país.
Este tipo de retórica no es nueva para los Estados Unidos, nación que se ha enorgullecido de primero ser la Gran Civilizadora, y cuando eso dejo de funcionar, la Gran Democratizadora, próximamente, la Gran Liberadora, por medio de drones y las botas de los hijos e hijas del Tío Sam.
Se puede trazar la ideología que está usando Trump en estos días a los orígenes coloniales de los Estados Unidos, cuando se esparcía el mito de una tierra salvaje sin Dios ni civilización en la cual era el deber del hombre blanco (Expresado en el poema de Rudyard Kipling, autor de El Libro de la Selva) llevar la luz iluminadora de la civilización occidental.
Estas tierras eran el hogar ancestral de las múltiples tribus nativas con tradiciones y conocimientos milenarios que lentamente fueron sacadas de su territorio hasta ser metidas en reservaciones a cientos de kilómetros de sus lugares de origen.

Una vez “liberadas” estas tierras, los colonos fundaron un país que rápidamente se enriqueció exportando cosechas como el azúcar o el algodón. Y ahí también usaron esta misma ideología para conseguir lo que querían, sin importar que tuvieron que tomar a la fuerza a millones de personas africanas de sus hogares, secuestrándolos y llevándolos al otro lado del mundo para robarles sus identidades, darles los nombres de sus nuevos dueños y usarlos como herramientas de granja. Investigaciones modernas han estimado que casi 30 millones de esclavos fueron transportados desde África hasta los Estados Unidos, esto causo un desbalance en las poblaciones de las naciones africanas, pueblos como los Dahomey perdieron la mitad de su población en tan solo 100 años.
Y muchos ahora nos preguntamos, ¿por qué nadie hacía nada? ¿Por qué nadie alzo la voz? Y claro que algunos lo hicieron, abolicionistas como John Brown o Harriet Beecher Stowe pelearon por los derechos de los esclavos. Y claro, figuras como Harriet Tubman, Nat Turner y Frederick Douglass lograron romper sus cadenas, pero ellos eran la excepción, no la norma.
Los mitos como el mito del esclavo feliz, o el mito de la civilización, era lo que mantenía a muchos de los buenos cristianos contentos con el sistema en el que vivían. Estos mitos se basaban en la idea que, por no ser cristianos, ni blancos, los africanos esclavizados eran intrínsecamente inferiores y necesitaban vivir bajo el “cuidado” de sus amos, si no, no sabrían que hacer consigo mismos y regresarían a su estado salvaje, claro, sin mencionar que las culturas africanas de donde fueron robados contaban con una riqueza inigualable tanto en cultura como en lo material.
Antes de la Guerra Civil, hay que mencionar la guerra entre México y Estados Unidos, que termino con la perdida de más de la mitad del territorio mexicano a los Estados Unidos. También la expedición del comodoro Perry, que usando diplomacia a punta de cañón, termino con siglos de aislamiento impuestos por el shogunato japonés.
Después de la Guerra Civil Americana, que termino con la esclavitud (en teoría, ya que sigue siendo legal como castigo penal, nótese que minoría tiene a ser más perseguida y castigada bajo la ley), Estados Unidos continuo con múltiples intervenciones en el continente americano como en el resto del mundo. El inicio del siglo XX vio la aplicación de la doctrina Monroe para establecer el poderío del dólar en todo el continente americano y no permitir que los poderes europeos tuvieran influencia en las nacientes economías latinas americanas. También interfirieron en Asia, como parte de la alianza que destrono a la dinastía Qing durante la rebelión de los Boxeadores. Tambien interfieron en Mexico durante la expedicion para capturar a Pancho Villa.

Después de las dos guerras mundiales, Estados Unidos dejo atrás su papel del Gran Civilizador del mundo. En el siglo XX, se convirtieron en el Gran Liberador, protegiendo a los países del mundo del azote del comunismo y la Unión Soviética. O al menos esa era la línea de pensamiento que seguían para justificar sus actos. Otra cosa que cambio el panorama fue el establecimiento de las Naciones Unidas, creando un mundo donde todos los estados debían resolver sus problemas en la mesa de diálogo, ya no era bien visto invadir un país nada más porque sí.
Basándose en esto, empezó la era de desestabilizaciones y juegos de espías. Para proteger a los pobres países latinos de la amenaza del socialismo, Estados Unidos empezó a producir como nunca una serie de aparatos propagandísticos que llevaron a sus ciudadanos a vivir atemorizados de una invasión comunista. Películas, series, programas de radio, propaganda del gobierno, todo en el servicio de fortalecer los valores tradicionales americanos, protegiendo a las familias de las garras de los monstruos que acechaban en las sombras. Y claro, cualquier crítica o cuestionamiento al gobierno era suficiente para ser investigado por los McCarthyistas y el Comité del Congreso para Actividades Anti-Americanas.
Y claro, también hay que proteger a los vecinos, y si ellos no quieren ser protegidos, es por qué no saben qué quieren. Operaciones como la operación PBFortune y PBSuccess derrocaron al presidente electo de Guatemala Jacobo Árbenz, instalando la dictadura militar de Carlos Castillo Armas, el primero en una serie de dictadores en el país centro americano. En estos tiempos también se llevaron a cabo la invasión fallida de Bahía de Cochinos para intentar derrocar a Fidel Castro, el asesinato patrocinado por Estados Unidos de Rafael Trujillo en la República Dominicana, y la subsecuente intervención para evitar que el izquierdista Juan Bosch llegara al poder.
Fue en estas décadas cuando Estados Unidos también intento intervenir en Vietnam, iniciando la guerra de Vietnam, uno de los pocos conflictos armados que se puede decir con certeza que Estados Unidos perdió.
A finales de los 70 e inicios de los 80, Estados Unidos empezó a intervenir más y más en los países del Golfo Persa (mismo que Trump quiere renombrar a Golfo Árabe), armando a los grupos de guerrilleros mujahideen para combatir a la invasión soviética de Afganistán. Entre estos guerrilleros se encontraba un joven idealista llamado Osama Bin Laden. En 1989, el presidente George H.W. Bush ordeno la invasion de Panamá para derrocar al dictador Manuel Noriega. Noriega había colaborado con Estados Unidos, ayudando a las guerrillas de derecha conocidas como Contras, que se encargaban de matar a las guerrillas de izquierda, los Sandinistas. Y como olvidar las elecciones chilenas donde la CIA apoyo la eliminacion de el marxista Salvador Allende para instalar al dictador Augusto Pinochet
Después de la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos entro de lleno a las operaciones en la península árabe y África, iniciando la guerra del Golfo, alegando la importancia de defender a sus aliados de la invasion del malvado Saddam Hussein, el brutal y despiadado dictador de Irak.
Después de la guerra del Golfo, el día más importante en la historia moderna de los Estados Unidos paso. El 11 de septiembre del 2001, cuando un grupo de extremistas islámicos conocidos como al-Qaeda, liderados por Osama Bin Laden, el joven guerrillero, ataco el World Trade Center en Nueva York, matando a casi 3000 personas. La naturaleza del ataque hizo que el presidente George W. Bush sospechara que había sido respaldado por algún poder nacional, llevando así a que Estados Unidos dijera que Iraq, y su maligno dictador Saddam Hussein estaban desarrollando armas de destrucción masiva para ayudar a al-Qaeda contra los Estados Unidos (a pesar de que la misma CIA le dijo al presidente que el vínculo entre Iraq y al-Qaeda era tenue en el mejor de los casos).

Las armas de destrucción masiva nunca existieron. Y la guerra de Iraq termino con la muerte de Saddam, junto con cientos de miles de combatientes y civiles, dejo a Iraq como un país en ruinas, en medio de una guerra civil, y empodero a grupos como ISIS para seguir causando terror en la región.
Escribiendo para Humanity, en su artículo “The Dangerous Concept of the Just War: Decolonization, Wars of National Liberation, And The Additional Protocols to the Geneva Conventions”, la profesora Jessica Whyte de la Universidad de New South Wales expresa como en las primeras décadas del siglo XXI, el triunfo de la teoría de la guerra justa se ha visto reflejado en el lenguaje que utilizan los que ejercitan el poder y esperan a usar la fuerza. Desde George W. Bush diciendo que los Estados Unidos están en el Golfo Persa para “proteger la libertad, nuestro futuro, y a los inocentes”, Obama “tomando responsabilidad moral” por ordenar ataques con drones en Pakistán, a Donald Trump diciendo que “América representa a la justicia” mientras autoriza ataques punitivos contra objetivos en Siria, sin el permiso del Congreso de su propio país, los líderes modernos de los Estados Unidos utilizan su estatus como “el hombre más poderoso del mundo” para atacar a quienes ellos consideren enemigos morales de su país.
A este punto varios lectores seguramente se preguntaran “¿Y bueno, esto que tiene que ver con Trump y los carteles de México?”. El contexto de la tendencia de los Estados Unidos a meterse en los asuntos de otros países, lo quieran o no, es exactamente lo que hace a la retórica de Trump algo en extremo alarmante, no solo las palabras de un bravucón más. Estados Unidos ha vivido de la idea de la “guerra justa” por siglos, y desde que entro a su segundo mandato presidencial, Donald Trump ha estado preparandose para declarar una guerra justa contra el crimen organizado mexicano.
En todo el lenguaje que el gobierno de los Estados Unidos usa para justificar sus intervenciones armadas, siempre destacan 5 mentiras, afirma el activista Taylor O’Connor escribiendo para Medium. A continuación las iremos explicando y vinculando con como Trump y su gobierno, las han usado para empezar a mover la conversación hacia una intervención en México, lo quiera o no el gobierno mexicano.
La primera mentira es “Nosotros no ganamos nada de esta guerra”. Esta implica que cuando Estados Unidos interviene, lo hace de una manera nada egoísta, buscando solo hacer el mundo un lugar más pacífico y libre.
Primero que nada, los que más se benefician directamente son los líderes del complejo militar industrial estadounidense, empresas como Boeing, Lockheed Martin, Northrop Grumman, Raytheon, General Electric, General Dynamics, etc. que proveen a las fuerzas armadas con su equipamiento y generan casi un trillón de dólares al año de esto. Segundo, los empresarios como Elon Musk (colaborador cercano de Trump) o la Asociación Nacional de Manufactureros de los Estados Unidos quieren el litio de México, cosa que no les sería fácil conseguir bajo el gobierno de Morena, ya que AMLO nacionalizo el litio en 2022, causando enojo entre estos personajes, llevándolos a publicar este comunicado donde llaman esencial a que ellos también tengan acceso a los minerales de México. Tercero, a Estados Unidos le desagradan los gobiernos de izquierda como Morena, así que al desprestigiar y llamar un narco gobierno al actual poder, dejan las condiciones ideales para instalar partidos más alineados a los valores de Trump, como el partido recién creado por el amigo cercano de Trump y el Padre Maciel, Eduardo Verástegui.
La segunda mentira es “Hay una amenaza grave e inminente a nuestra seguridad y bienestar”. Este mensaje es el pan de cada día para Trump y su equipo. Desde nombrar a los carteles como organizaciones terroristas, crear miedo sobre una presunta invasion de pandilleros del Tren de Aragua, o llamar al fentanilo un arma de destrucción masiva, Trump y su administración están creando un vínculo entre las actividades de los carteles de la droga y aquellas de Saddam Hussein, volviéndolos el enemigo público #1 en los ojos de la población de los Estados Unidos.
La tercera mentira dice “Nuestra causa es noble/correcta”. Esto se ha visto en la legitimización de Trump como una figura pseudo religiosa para sus seguidores, posicionándolo como un líder para la comunidad cristiana evangélica, además de tweetear imagenes de Trump como el nuevo papa poco después de la muerte del Papa Francisco. Esto también se ha visto en su campaña contra los carteles, diciendo que son una fuerza malvada que le causa terror a la presidenta Sheinbaum, pero también toma mucho cuidado de no verse agresivo, dejando todo en una oferta magnánima que fue rechazada por una mujer asustada.
La cuarta mentira “Ganar será fácil y resultará en la paz. Los civiles no sufrirán” es una línea que Estados Unidos no deja de repetir a pesar de que terminan comiéndose sus palabras una y otra vez. Se vio en Vietnam, donde 2 millones de civiles murieron en las campañas de bombardeo masivo de las fuerzas armadas, sin mencionar que Estados Unidos perdió la guerra y dejo al vecino país de Camboya en las condiciones idóneas para la llegada del brutal dictador Pol Pot. Lo mismo paso en la guerra contra Iraq y lo mismo dicen los analistas de Trump sobre una potencial guerra con Irán. Ahora imagine un intento de intervención de tropas americanas contra los carteles, que viven en comunidades entre civiles, y han mostrado en incontables ocasiones que están más que dispuestos a atacarlos si es necesario, las tropas americanas no van a diferenciar entre narcos o no narcos. Citando la película de la guerra de Vietnam, Apocalypse Now “Si corren son Viet Cong, si se quedan parados son Viet Cong bien entrenados”
La quinta y última mentira es la más peligrosa. “Hemos exhaustado todas las opciones para llegar a un acuerdo pacífico.” Este es el preludio a la guerra, lo que se dice después de un acto violento por elementos enemigos o cuando ya se ha creado un ambiente lo suficientemente hostil. Es la lógica que se usa para justificar los ataques en Iraq buscando armas de destrucción masiva, o los bloqueos de Trump para el trato nuclear con Irán. Es cuando el gobierno estadounidense llega a la conclusión que el gobierno mexicano está demasiado coludido con el narco y ya no tiene salvación, o cuando deciden que tienen que entrar porque un narco gobierno no tiene soberanía.
Esto último aún no pasa, y en un mundo ideal, nunca pasara, y la situación se quedara en Trump refunfuñando sobre el país que no lo dejo ser el héroe que los libero del azote del narco. Pero como ha mostrado con sus 34 imputaciones por falsificar registros de negocios, o sus 25 acusaciones de acoso sexual, Donald Trump no es un hombre que respete mucho la ley, o que acepte un no como respuesta.
Me gusto el analisis, pero creo que ls comparacion no es la adecuada.
Hablas del "nuevo Al Qaeda", pero yo creo que estamos ante el nuevo ISIS. Al Qaeda, a pesar de su historial violento, respondía a una lógica de contención y contrapeso dentro de la Guerra Fría: se utilizó para frenar la expansión comunista, con el apoyo velado de potencias como Estados Unidos. En México, el equivalente funcional de aquel Al Qaeda fueron el Cártel de Guadalajara y luego el de Sinaloa, dirigidos por personajes que operaban con cierto consentimiento de agencias como la CIA para continuar financiando la guerra sucia en centroamerica y Colombia. Figuras como El Mayo Zambada no eran simples narcotraficantes: eran engranajes en un sistema geopolítico más amplio, lo supieran o no.
Pero ISIS fue otra cosa. Fue un monstruo moderno, demasiado brutal incluso para los estándares de Al Qaeda y los muyahidines. Fue una creación aberrante, con un propósito doble: avanzar en los objetivos regionales de Arabia Saudita y justificar una mayor intervención estadounidense e israelí en la región.
En México, los Zetas ocuparon ese rol por un tiempo: brutales, militarizados, descontrolados. Hoy solo queda su leyenda. Pero alguien —quizá con fines similares a los que dieron origen a ISIS— se empeña en mantener viva una nueva aberración: el CJNG (Y asi como los Saudies desvidieron sacrificar a sus hermanos musulmanes a manos de isis por avanzar su ambicion, siento que fuerzas del viejo regimen Mexicano alimentaron este monstruo durante su epoca como mata-zetas/"autodefensas" para sustituir al CDS quien priemero los traicino aliandose con el PAN y luego con Morena).
Para mí, el Cártel Jalisco Nueva Generación es el ISIS mexicano. No tiene límites, no tiene códigos, y su violencia parece diseñada no solo para aterrorizar, sino para justificar una nueva fase de intervención: la llegada de misiles, drones y fuerzas extranjeras al territorio mexicano.
Exclente recorrido histórico y sobre todo la explicación de las doctrinas expansionistas y cristianamente justificadas = a su manera y conveniencia- del imperliasmo .